Hola peña!
Hoy os voy a hablar de dos casos similares. Érase una vez un distribuidor que, viendo cómo el mercado solicitaba un equipo de diatermia con aplicaciones intracavitarias, se dijo: “Pues si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma!”. Y dicho y hecho. Teniendo en su portafolio un equipo de diatermia certificado para fines músculo esqueléticos, ¿por qué iba a ser acaso el tonto que perdiera esta oportunidad?
Ni corto ni perezoso, le pregunta al fabricante del cacharrito: “Abuelita, abuelita: me podrías hacer un electrodo intracavitario certificado para usarlo en aplicaciones intracavitarias de suelo pélvico? Verás: es que en España somos más chulos que nadie y queremos introducir ese aparatito para tratar problemas en las vías bajas”. “NO puedo”, dijo el fabricante. “Me piden que haga una ingeniería que me permita justificar que este artilugio funciona y es seguro. Y además tengo que demostrar que hace lo que me pides. Uff… eso cuesta mucho. Y teniendo en cuenta que te vendo el aparato baratito, no me justifica entrar a este fregao. Lo siento. No puedo hacerlo”, concluye el fabricante.
Pues buena se la han hecho al distribuidor. ¿Qué puede hacer el pobrecito? Ve que su encanto ya no es suficiente para convencer, y que la gente pide cada vez más esta opción. Pues, ¡eureka! Ya tengo la solución! Por algo soy español y a mí nadie me gana en picaresca, que ya desde tiempos de Quevedo se nos conocía por eso en el mundo entero. Pues me lo hago yo!
¡Es sólo poner una barra metálica!
El distribuidor se da cuenta que no es tan complicado. “Es sólo poner una barra metálica, meterla en un mango y enchufarla al cacharro en cuestión. ¡Con lo fácil que es eso, no entiendo por qué el fabricante no ha querido hacerlo! Menudo tonto. Ya he encontrado la solución a mis problemas de dinero y con esto me forro”, piensa emocionado. Ni corto ni perezoso, se encamina a la ferretería y encuentra una barrita que, casualmente encaja en el mango. “¡No me lo puedo creer! Hoy es mi día de suerte”, se dice a sí mismo contento. “Y, en cualquier caso, si esto no funcionara, le encargo a ese amiguete que me haga un puntal un poco más elaborado, y santas pascuas”.
←Aquí os dejo la barra metálica que se ha autofabricado Helios para insertarla en el portaelectrodos del aparato que ya comercializaban y que donde se alojan los electrodos capacitivos o resistivos. El distribuidor tiene razón: es sencillo. Pa´lo que es y la que monta el Organismo Notificado. Realmente, exageran! Gracias a Dios que yo tengo inventiva y soluciono tos los problemas.
← Aquí os dejo por el contrario el accesorio que se ha inventado INDESA, para hacer la misma operación, pero en esta ocasión con el equipo Lavatron.
Pues bien: así es la vida del distribuidor que comercializa un equipo sin Certificado CE médico. Se “inventa” un electrodo que ni el fabricante quiere hacer, porque el profesional que lo compra NI SE ENTERA. “Son tontos”, se suele decir a sí mismo para tranquilizarse habitualmente. Todavía no he tenido una reclamación al respecto en todo este tiempo que llevo con el chanchullo. Realmente tengo un campo de cultivo bueno en el sector de los fisios, porque sólo basta que convenza al fisio líder, al amiguete de turno, para que las ventas me vayan cayendo en cadena.
El Certificado CE médico
Y como si piden el certificado médico CE del equipo, les enseño el certificado CE músculo esquelético, estoy cubierto por si cualquier cosa. A nadie le va a importar si el equipo ha pasado las pruebas de laboratorio que hace el organismo notificado cuando aprueba su puesta en el mercado. Y tampoco nadie me pide responsabilidad por si el accesorio intracavitario que me he inventado es seguro conectado al equipo o no. Nadie se ha muerto todavía, por lo que mientras que no haya una denuncia grave, yo voy haciendo “clin clin” en la caja registradora.
Así que, estimados lectores, así es. Colorín colorado. Así es como nos toman el pelo a los pardillos de los fisios. Uno tras otro vamos cayendo en el bote. Todos, ala! A comprar aparatitos porque lo tiene fulanito o menganito, pero ni Cristo sabe por qué. Y ni tan siquiera si obedecen las normativas por las que nosotros nos jugamos el cuello después. ¿Pero estamos de güasa? ¿Cómo es que no nos damos cuenta de que nos están timando a la descarada?
Os comparto los indicios que me han llevado a pensar así. Y además, para que veáis que me mojo, voy a daros dos ejemplos que encajan con este perfil. Uno es Lavatron, que comercializa un equipo coreano de la empresa Sometech. El otro es Helios, que comercializa un equipo italiano de la empresa Golden Star.
Los 5 indicios que te deben de hacer sospechar:
1. Las indicaciones clínicas no están identificadas en su Certificado Médico CE. Te explicarán que no es necesario tenerlas, pero la normativa más actualizada obliga a poner las indicaciones clínicas para las que ese dispositivo esté indicado. Si no están descritas, solicita algún documento oficial EMITIDO POR EL ORGANISMO NOTIFICADO QUE AUDITE AL FABRICANTE (no al distribuidor), para que te las corrobore. En los ejemplos que he puesto, habría que pedirle a la empresa SOMETECH, de Corea, y a la empresa GOLDEN STAR, de Italia, que aportara dicho documento especificando estas indicaciones.
2. Los accesorios certificados y aprobados acostumbran a estar en la web del fabricante. Como es el fabricante el depositario del Certificado CE médico, normalmente se muestra orgulloso de los accesorios e indicaciones que ha conseguido acreditar por el Organismo Notificado. Si no están en su página web, uy uy uy…. Esto pinto mal. Yo antes de hacer ninguna manifestación, me he ido a la página web de ambos fabricantes y me he molestado en buscar las indicaciones de suelo pélvico y los accesorios. Mira que he rebuscado, pero no los he encontrado. Aquí empieza ya a oler mal. Para que podáis comprobarlo vosotros mismos, os dejo los links de dichos fabricantes:
Documento del Certificado CE médico de la empresa SOMETECH, fabricante de Lavatron.
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